“La generación y almacenamiento de hidrógeno verde debe dar respuesta al coste de la emisión de CO2 y al precio de la energía para la gran industria”

Dinero, talento y cohesión. La fórmula de la excelencia innovadora es en la voz de Teresa Riesgo (Madrid, 1965) un triángulo de enunciación rápida y materialización compleja donde debe haber inversiones, estímulos para atraer y retener a profesionales cualificados y estrategias de conexión entre la ciencia y el tejido empresarial. Se dice pronto. La secretaria general de Innovación del Ministerio de Ciencia, está en ello desde enero de 2020 con la conciencia de estar atravesando un momento de cambio en el que la crisis del covid ha acelerado la urgencia de la transformación del tejido productivo español. Esta semana participó en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA en el arranque del proyecto “Futuribles”, iniciativa de Prensa Ibérica, grupo editor de este periódico.

–Calibre el papel que debe tener la innovación empresarial en la recuperación de la economía. ¿Vale decir que no habrá recuperación sin transformación?

–Siendo muy complejo en su ejecución, el asunto resulta bastante sencillo en su concepto. Si queremos hacer que España cambie su modelo económico y evolucione hacia uno con mejor empleo y más bienestar, tenemos que perfeccionar el tejido empresarial. Y esa mejora sólo puede venir de la innovación. No conocemos otra receta. Los países adonde se van nuestros talentos son los campeones en innovación, los que están por encima de nosotros, así que el diagnóstico es sencillo. La lógica también nos dice que hay que internacionalizarse, globalizar los productos y los servicios que prestan las empresas, y que para eso necesitan hacerlos mejor, o de forma más eficaz. O sea, innovar.

–¿De qué habla usted cuando habla de innovación? No sólo de ciencia y tecnología.

–La pregunta es bastante compleja. En los estándares de la OCDE, lo que define la innovación abarca desde la tecnológica, la basada en la I+D, hasta la que busca nuevas soluciones, por ejemplo nuevas estrategias de marketing. Pero además nosotros hablamos de una innovación no tanto incremental, de dar pasos adelante en los procesos empresariales, como sistémica. También cabe aquí, por ejemplo, la descarbonización de las ciudades, que no consiste en prohibir el diesel, sino en habilitar flotas de vehículos compartidos, desarrollar políticas para que aparcar sea gratis para estos automóviles o concienciar a los ciudadanos para que dejen su coche en casa…

–Vamos al minuto y resultado de los fondos europeos. ¿Van en hora?

–En la foto hay todavía cierta heterogeneidad, pero yo puedo hablar del componente 17, el de ciencia e innovación, el que depende de nuestro Ministerio. Nosotros, de momento, vamos en tiempo y esperamos poder ejecutar todo el dinero que teníamos comprometido para 2021. Todas las convocatorias competitivas previstas están puestas en marcha y se van a resolver antes de fin de año.

–¿Por ejemplo?

–Las que gestiona el CDTI –para promover la innovación en las empresas– sobre emisiones, automoción sostenible y tecnologías aeroespaciales, o las ayudas a startups. Hay además una segunda parte, los “planes complementarios” que desarrollamos mediante convenios con las comunidades autónomas y que también esperamos que se firmen antes de que acabe el año. Son ayudas para actividades de ciencia e innovación que tienen la particularidad de que varias autonomías deben cooperar entre ellas trabajando sobre un mismo ámbito, dentro de ocho que hemos seleccionado. Asturias está priorizada al menos en el de energía e hidrógeno.

–La exigencia irrenunciable de la sostenibilidad en este proceso de transformación puede llegar a generar distorsiones en una región de tradición industrial clásica como Asturias. ¿Merece un tratamiento especial, una atención diferente en este proceso?

–Tenemos que tener claro que los fondos tienen que ser verdes. Que para ser beneficiario y elegible, uno debe demostrar que no hará un daño significativo al medio ambiente. No hay opción.

–Pero el punto de partida de Asturias, por lo que pesa la gran industria, es peculiar. Tiene un problema de competitividad por el precio de la energía…

–Desde el punto de vista de la actividad industrial de hoy, no tengo una respuesta. Sí podría darla para la del mañana. De cara al futuro, habrá que buscar alternativas para que la factura por emisiones de CO2 baje. Sabemos que con unos paneles solares o unos molinos en el mar no vamos a poder dar energía a una industria electrointensiva, que básicamente necesita gas y una potencia técnica que no se consigue con renovables convencionales. Por eso hay que estudiar sobre todo la generación y el almacenamiento de hidrógeno verde en grandísimas cantidades. Aquí el reto en Asturias es mayor, y somos conscientes. Es verdad que el coste de la emisión de CO2, sumado al pago por la energía, es una cuestión muy compleja, pero la solución ha de venir por ahí. Europa no nos va a dejar hacerlo de otro modo.

–Habla mucho de la necesidad de exprimir el “ecosistema innovador” y ha dicho que el asturiano le convence. ¿Qué sugiere para que esa buena base genere auténtica transformación competitiva?

–Lo primero es saber que el sistema tiene que comer. Que hay que alimentar el entramado innovador universitario, los centros del CSIC, los centros tecnológicos, toda la estructura de base pública, y rellenar los agujeros allí donde los haya habido. De lo contrario, el sistema se vuelve inestable. También es importante priorizar, y en Asturias esto no se hace mal. Afinar el tiro es buena cosa, y aquí eso se está haciendo bien. La estrategia asturiana de especialización inteligente me parece muy adecuada para el tejido que hay aquí.

–¿Cómo van a conseguir que los fondos europeos lleguen hasta las pymes?

–Va a ser muy complicado que puedan llegar a ser tan permeables, pero para avanzar en esta dirección el plan de recuperación, transformación y resiliencia tiene entre sus grandes objetivos la digitalización de las pymes, concebida no como un fin, sino como un medio. En el Ministerio tenemos algunos programas específicos para empresas pequeñas y medianas, no sólo de ayudas para financiar proyectos, sino también de capitalización, a través de una sociedad pública de capital riesgo que invierte con operadores privados en empresas de base tecnológica para hacerlas crecer.

–Su estrategia de innovación 2021-2027 les obliga a duplicar el porcentaje del PIB destinado a I+D+i. ¿Cuál es el plan?

–La Comisión Europea ha lanzado el “pacto por la ciencia”, con el propósito de alcanzar el tres por ciento en 2030 (España está en torno al 1,24), y nosotros nos adherimos. Pero hay que tener en cuenta que esto tiene una parte privada y otra pública, que llegar a cumplir ese objetivo no depende sólo del Gobierno. Por eso promovemos un gran pacto por la ciencia y la innovación para que todas las fuerzas políticas respalden el incremento de la parte pública de forma regular hasta alcanzar el 0,75 por ciento del PIB antes de 2024 y el 1,25 en 2030, en la conciencia de que el incremento de esa porción tracciona la inversión privada. Sumando esta aportación, se trataría de alcanzar el 2,6 por ciento en 2024 y el tres en 2030.

–¿Qué parte se verá ya en los presupuestos de 2022?

–Aquí ya tendremos los fondos de recuperación, que ayudan mucho. Habrá una apuesta sin precedentes por la I+D+i y la digitalización, con una inversión de 13.298 millones de euros.

–Otro objetivo de la estrategia les impele a favorecer la transferencia del conocimiento al tejido empresarial. ¿Cómo?

–Es cierto que ese debe ser otro de los propósitos esenciales. Un buen sistema de ciencia e innovación necesita dinero, talento y cohesión. En el ámbito de la transferencia, tenemos en perspectiva una modificación legislativa y estamos trabajando con la Comisión Europea y la OCDE en un proyecto que tiene como meta la confección de una hoja de ruta para mejorar la transferencia de conocimiento en España. Además, ya estamos poniendo en marcha proyectos de colaboración público-privada y vamos a instituir un fondo de capital riesgo de transferencia para la creación de empresas de base tecnológica.

–¿Y la atracción y retención del talento?

–Vamos a cambiar mucho los programas posdoctorales, esenciales para este propósito básico, y hemos añadido a algunas de las convocatorias de proyectos para empresas la posibilidad de que las compañías puedan solicitar la incorporación de un doctor a su plantilla. Así daríamos salidas a los doctores no sólo en la academia, sino también mediante la integración en el sector privado.

Noticia de La Nueva España