«No hay pruebas científicas de que a día de hoy sea necesaria una tercera vacuna para nadie».

«No hay pruebas científicas de que a día de hoy sea necesaria una tercera vacuna para nadie. Se ha optado por poner una dosis de refuerzo a las personas más vulnerables y lo veo bien para que estén más protegidos. Pero las vacunas con dos dosis siguen siendo muy eficaces en la actualidad». Sonia Zúñiga Lucas es viróloga del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y así aclaró en el acto en la Semana de la Ciencia de LA NUEVA ESPAÑA la polémica sobre si es necesaria o no una tercera dosis para toda la población. Zúñiga desarrolla, junto a los científicos Luis Enjuanes e Isabel Sola, “la única vacuna del mundo basada en un ARN que se autoamplifica y que está derivado del propio covid”. Esto quiere decir que los investigadores españoles le quitan al covid los componentes malos que causan la enfermedad grave y la propagación. Zúñiga trabaja en el Laboratorio de Coronavirus, el único de España especializado en este campo y uno de los pocos –se pueden contar con los dedos de una mano– de Europa.

«Las vacunas frente al covid son las más seguras de la historia. Se probaron a miles de personas y, normalmente, no se ensayan a tanta gente. Pero es que además llevamos un año vacunando a millones de personas y no se han producido efectos secundarios severos», asegura la viróloga. «En España pasaremos una primavera y un verano mucho más normales que en otros países. Pero no hay que mirarnos el ombligo. Al final todos nos movemos por todas partes y hay países con tasas de vacunación muy bajas. Por decirlo corto: El covid seguirá dando la lata», añade.

¿Quién es la población con más riesgo ante el virus? «Aunque podamos pensar que los enfermos pulmonares crónicos son los que peor pasarán el virus, no lo son. Lo son las personas obesas y con enfermedades cardiovasculares»

«Este virus ha venido para quedarse»
–Vamos camino de los dos años de covid. ¿Cuándo acabará esta pesadilla?

–Es difícil de responder. Pero yo, que soy optimista, quiero creer que en un país como España, si aumentamos la tasa de vacunación y si seguimos teniendo cuidado, a lo mejor para la primavera o el verano que viene estaremos mejor, las cosas cambiarán. Ahora, también digo que no hay que ser ingenuos: este virus ha venido para quedarse. Y, en lugares en los que la vacunación sea muy alta, probablemente lleguemos a convivir con él como hoy hacemos con la gripe. ¿Cuál es el problema? Que a nivel mundial esto va para largo. Porque hay muchos países en los que la tasa de vacunación es bajísima y, en un mundo globalizado, el riesgo sigue ahí.

–Suben los casos de covid. ¿En qué hemos fallado?

–En realidad, es la consecuencia normal y esperable de un aumento de la movilidad, de la vuelta al trabajo, del regreso a los centros escolares y de la liberación de determinadas medidas, como la mascarilla en exteriores. Aunque la norma dice que, si no se puede mantener la distancia, hay que ponerla, eso no es lo que ves en la calle. Además, se junta que ya viene el frío y la gente se reúne en lugares cerrados, donde hay más riesgo de contagio porque se quitan la mascarilla. Por tanto, que suban los casos es algo normal y esperable. Lo que hay que estar es vigilantes para que no suban las hospitalizaciones, los ingresos en UCI y las muertes.

–¿Ha podido influir en ello la efectividad de las vacunas suministradas? Algunos expertos critican que el tiempo de inmunidad no era el anunciado por los laboratorios.

–No, las vacunas siguen siendo muy efectivas –incluso ahora que ya ha pasado más tiempo– frente a lo que eran efectivas: la enfermedad severa y la muerte. Eso sí, si antes tenían un 95% de eficacia, ahora se estima que como mucho habrá caído a un 88% o 90%. ¿Qué es lo que ocurre? Que estas vacunas no protegen de la infección, nunca lo han hecho. Lo que pasa es que se había visto que el riesgo de infección cuando una persona estaba vacunada de alguna manera disminuía. Porque, aunque los vacunados se infecten, es probable que transmitan el virus durante menos tiempo porque lo eliminan antes. Pero, como las vacunas nunca fueron efectivas para proteger de la infección, ahora lo son menos.

–¿En qué fase se encuentra la vacuna en la que participa?

–Ahí seguimos (risas). Estamos haciendo ensayos en animales. Nuestra vacuna requiere de más investigación que otras porque estamos evaluando distintas rutas de inoculación, una de ellas la intranasal. Por nuestra parte, el trabajo marcha bien.

–¿Cuándo podría estar lista?

–Es difícil de predecir, porque no depende de nosotros. La fase de ensayos clínicos depende de acuerdos con empresas, de agencias reguladoras, de muchas cosas. Por otro lado, hay que tener en cuenta que cualquier vacuna que se esté desarrollando ahora se enfrentará a un panorama de ensayos clínicos muy diferente al que tuvieron las anteriores vacunas. Porque, afortunadamente, la situación epidemiológica ha cambiado. Entonces, no serán ensayos clínicos tan rápidos como los anteriores. Es impredecible saber cuánto tiempo llevarán y, en consecuencia, cuándo estará lista la vacuna.

–¿En qué se diferencia esta vacuna de las ya existentes o de las otras dos que está desarrollando el CSIC?

–La nuestra es la única en el mundo que se basa en un ARN que se autoamplifica y que está derivado del propio virus. ¿Eso qué significa? Que partimos del propio virus, que hacemos por ingeniería genética en el laboratorio, y le quitamos todos los componentes que hacen que causen la enfermedad grave y que se propague. De forma que lo que queda no es un virus, sino un genoma viral que se amplifica y que contiene todas las proteínas del virus que van a inducir la inmunidad. No solo la proteína S, que contiene cualquier otra vacuna, sino otras. Por eso, esperamos –y los resultados que hemos conseguido frente a otros coronavirus así nos lo indican– desarrollar una vacuna mucho más completa, mucho más resistente a las variantes y que proteja de la enfermedad y de la infección.

–Es decir, a diferencia de las fórmulas ya suministradas, esta vacuna sí que evitaría el contagio.

–Ese es nuestro objetivo. Lo hemos logrado con otros coronavirus y tiene mucho que ver con la vía de administración. De hecho, con la vacuna de Astrazeneca, la misma que se está administrando, han hecho pruebas en animales inoculándola intranasalmente y han visto que protege de la infección. Esta ruta de inoculación, en la que estamos también nosotros trabajando, requiere de mucha más investigación porque no es la manera normal de suministrar una dosis, y, por lo tanto, necesita muchos más controles.

–Habrá tercera dosis para los mayores de 60 años. ¿Acabará siendo necesaria una inyección de refuerzo para el resto de la población?

–Yo creo que en este momento no. A día de hoy, no hay ningún dato científico que muestre que las vacunas están perdiendo efectividad frente a lo que eran efectivas. Insisto: protección frente a enfermedades severas y muerte. Lo que ocurre es que las personas mayores, en general, responden peor a las vacunas. Entonces se ha optado por prudencia, y me parece una decisión acertada, revacunarles. Pero el resto de personas seguimos teniendo una inmunidad alta. Además, hay que tener en cuenta otro punto: revacunar a todo el mundo con tres dosis cuando hay lugares en los que no tienen ni una sola puesta no tiene mucho sentido, la verdad.

–Este martes el Ministerio y las comunidades actualizaron el semáforo de riesgos, pero acordaron no aplicar de momento restricciones. ¿Es correcto? ¿Habría que volver a exigir la mascarilla en exteriores?

–Esto es muy complicado porque depende de la situación epidemiológica de cada lugar y de la interacción social que haya. Las medidas de ahora son muy claras y los que tenemos que ser responsables somos los propios ciudadanos. Por ejemplo, ahora que vamos a unas épocas muy comerciales, esperamos no repetir esas imágenes de calles atestadas de gente y sin mascarilla. Lo mismo ocurre en los restaurantes: la norma dice que te quitas la mascarilla ya en tu mesa y cuando vas a empezar a consumir, no cuando entras en el lugar. Todo estos depende de nosotros mismos. Luego, hay que centrarse muy bien en los contactos, rastrear los casos y poner medidas de control allí donde se vea que no son eficaces las actuales.

–Algunos presidentes autonómicos, entre ellos el asturiano, son partidarios de poner un pasaporte que restrinja los movimientos de las personas no vacunadas. ¿Qué opina?

–En un país como España, en el que el porcentaje de vacunados es muy alto, es de suponer que mucha gente tendría ese pasaporte. Desde ese punto de vista, creo que tiene poco sentido. Ahora bien, yo lo que quiero interpretar es que con ello se busca incentivar a los reacios a no vacunarse.

–¿Qué les diría a esas personas que no quieren vacunarse por miedo a sus efectos?

–Que estas vacunas son las más seguras de la historia. Eso sin duda. Se han vacunado millones de personas, de todo tipo, de toda edad, con toda condición de salud, en todo el mundo. Y no ha habido efectos de salud muy severos. Si uno no se quiere vacunar tiene que ser muy consciente de que el virus sigue ahí y, precisamente porque las vacunas no protegen de la infección, el hecho de que uno no esté vacunado no implica que si el resto están vacunados no le vayan a transmitir el virus. Entonces, está uno en riesgo muy alto de coger el virus, de irse al hospital y, en algún caso, de entrar en la UCI e, incluso, morirse. Primero hay que ser egoísta y pensar en uno mismo.

Noticia de La Nueva España