Este subproducto de la manzana podría emplearse para alimentación, cosmética, como sustituto del plástico y en piensos inteligentes que reduzcan los gases de las vacas
La carrera ante la Unesco para que la sidra asturiana sea reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad sirve también ahora como escaparate para una industria de la manzana que lleva años investigando cómo sacarle provecho a la magaya.
El residuo resultante del prensado en los llagares, que puede llegar a suponer casi un tercio del total de manzana utilizada, se suele tirar o, como mucho, se aprovecha para enriquecer los piensos del ganado, pero su potencial, dicen las empresas, es bastante mayor.
Hay ya varios proyectos sobre la mesa que buscan convertir la magaya en bioplásticos, en harinas, en sustancias similares al carbón y hasta en aguardientes.