“Con el nuevo ente, el conocimiento científico se difundirá entre el tejido empresarial” | “El Idepa tiene una forma de organizarse muy ágil y flexible, justo lo que necesita nuestra investigación”

Aunque colgó la bata de investigador hace más de dos años –en julio de 2019–, Borja Sánchez García asegura que aplica en la Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad un método de trabajo “muy del mundo científico”. Esto es: “Pensar primero en una estrategia, en cómo quieres hacer las cosas, plasmarlo luego en un documento con un cronograma y unos objetivos a cumplir y, finalmente, diseñar bien las herramientas”. Hay quien dice que Sánchez ha traído aire fresco al Gobierno del Principado. Él no se atreve a decir tanto, pero “sí que –remarca– hemos demostrado que la política está para transformar”.

Su último intento de transformación es el anteproyecto de ley de la Agencia de Ciencia, Competitividad Empresarial e Innovación de Asturias (Accia), cuyo texto fue publicado este jueves en el Bopa. Se trata de una nueva entidad que absorberá este año al Idepa y que tendrá como objetivos principales gestionar “de forma integral” todo el sistema de I+D+i regional, “difundir el conocimiento científico entre el tejido empresarial” y “agilizar trámites administrativos”. “Será un cambio de calado”, garantiza el consejero de Ciencia.

Con esta operación y la incorporación del Serida a su departamento, el investigador en excedencia del IPLA –el Instituto de Productos Lácteos de Asturias, dependiente del CSIC–, ganará peso en el Gobierno autonómico. Borja Sánchez (Mieres, 1979) concede esta entrevista en exclusiva a LA NUEVA ESPAÑA en su despacho de Llamaquique, en el que llaman la atención dos grandes pizarras de papel, en las que le gusta anotar ideas, y una pequeña colección de bonsáis que él mismo ha levantado a partir de semillas.

–Ahora con la Agencia casi va a pasar de mendigar fondos a manejar una gran cantidad de dinero. ¿Cómo se siente?

–Bueno, yo tampoco diría mendigar… Me siento contento, porque este es un cambio de calado. Nos va a permitir, sobre todo, que el conocimiento científico que se genera en Asturias se difunda al tejido emprendedor y empresarial.

–Resuma en qué consistirá esta nueva entidad.

–Su papel será gestionar de una forma integral u holística todos aquellos programas que están destinados, por un lado, a la generación de conocimiento, por otro, a temas de innovación y, por último, a recursos humanos, sobre todo a la atracción de talento científico. Será una especie de ventanilla única a la que cualquier empresa, centro de investigación o científico podrá dirigirse en Asturias. Lo más importante es que será un instrumento gubernamental, es decir, para el Gobierno del Principado.

–Hay contestación en el Idepa al cambio. ¿Cómo tranquiliza a los trabajadores?

–Lo que pretendemos con esta transformación del Idepa es justamente potenciarlo. Es lo mismo que se hizo hace ya casi veinte años con el IFR (Instituto de Fomento Regional, el antiguo Idepa). Estamos ante un mismo cambio de paradigma: caminamos hacia una economía mucho más verde, sostenible y digital, que tiene que ir acompañada de la innovación. Por tanto, queremos vincular esos dos componentes: promoción económica e innovación. A los trabajadores del Idepa les diría que son un personal muy valioso, lo han demostrado con creces y lo que queremos ahora es potenciar su trabajo en torno a esos cinco grandes ámbitos que hemos definido en la Estrategia de Especialización Inteligente (S3) (agroalimentación, envejecimiento activo y saludable, patrimonio y biodiversidad, energía y circularidad, e industria inteligente y resiliente).

–¿Estaba mal el Idepa dependiendo de la Consejería de Industria?

–No, no creo. Son épocas diferentes, hay que mirarlo en su contexto. Como decía, lo que estamos abordando ahora es la transformación que el Instituto de Fomento Regional (IFR) sufrió hace veinte años y que respondía a una serie de necesidades que debemos atender desde la política. En cada momento los instrumentos responden a unos ejes prioritarios. Por cierto, la creación de la Agencia era algo que ya venía en nuestro programa electoral y parece lógico que dependa de la Consejería con competencias en I+D+i.

–¿Cómo se lleva con el consejero de Industria? ¿Ha habido enfrentamientos por construir la Agencia sobre el Idepa?

–No, al contrario. Las relaciones son inmejorables. Además, las consejerías estamos al servicio del Gobierno de Asturias y este instrumento, en el que se lleva trabajando más de un año, se ha hecho con esa visión: que sea para Asturias y no para una Consejería u otra.

–La Agencia arrancará con unos 40 millones de euros y más de 50 trabajadores. ¿La idea es ir aumentando el presupuesto y la plantilla?

–La idea es ir atendiendo las nuevas funciones y competencias, y gradualmente ir reforzando lo que se necesite. Está en la mente de todos alcanzar ese 2% del PIB en inversión en I+D+i. Y eso requiere desde la parte pública –recordemos que es una componente que tiene también una parte privada– incrementar gradualmente nuestra aportación económica.

–El anteproyecto de ley dice que la Agencia podrá contratar a científicos bajo la figura de personal investigador distinguido. ¿En qué casos se aplicará?

–Ahí estamos hablando del programa de atracción de talento senior (el “Margarita Salas”). Hemos barajado diferentes opciones. Nos hemos fijado en el Icrea (el modelo catalán), en el Ikerbasque (el vasco)… Pero muchos de ellos tenían un recorrido muy largo, por no decir que serían muy difíciles de implementar en nuestra región. Al final, lo que pretendemos al reflejar este tipo de contratos en el documento es, por un lado, dar desarrollo a una figura que ya existe, la de personal distinguido, y por otro, desarrollar un programa parecido al ERC (Consejo Europeo), que contemple cinco años de contrato en lugar de los tres actuales. Creemos que esos cinco años es el tiempo adecuado para que el talento captado se quede en Asturias.

–Uno de sus objetivos con la Agencia era agilizar todos los trámites administrativos que van asociados a las convocatorias de ayudas. ¿Será así?

–Durante estos dos años hemos estudiado cuál es la mejor forma de atender las peculiaridades de la política científica. Y nos dimos cuenta que el Idepa tiene una forma de gestionar y de organizarse administrativamente que lo hace ser muy ágil y muy flexible. Justo lo que necesita nuestra I+D+i. De ahí, la decisión de promocionar el Idepa y transformarlo en la Agencia de Ciencia.

–¿Este ente podrá hacer evaluaciones?

–En principio, nuestro planteamiento es que pueda coordinar ciertas evaluaciones. Es decir, que tenga capacidad para reclutar evaluadores como hace la Agencia Estatal de Investigación. No obstante, habrá ciertas convocatorias que, por su complejidad, como es el caso de los “Grupines” (ayudas a grupos de investigación), que se seguirán evaluando desde la Agencia Estatal. Habrá, de todas formas, un convenio entre nuestra Agencia y la nacional, que nos permitirá ser infinitamente más ágiles que ahora desde la Consejería.

–A lo largo de estos dos años largos que lleva como consejero, ¿se sintió en algún momento tentado a volver al laboratorio? ¿Lo echa de menos?

–Se echa de menos volver a cacharrear, como digo yo. Porque, además, en mi campo, se han producido en este tiempo cambios muy notables. Sí que me apetece volver en algún momento. Pero, como se suele decir, no se puede estar en la procesión y repicando las campanas. Estoy muy agradecido del trabajo que tengo y me gusta muchísimo. Al final, la dinámica de trabajo que tengo no difiere mucho de la de un laboratorio: esto requiere mucha lectura, mucha investigación, mucho estudio… Y desde esta posición puedo servir a la sociedad.

–Hay quien dice que estuvo a punto de tirar la toalla. ¿Tanto desgasta la política?

–A esto hay que hacerse. Un político tiene mucha exposición pública, muchos controles. Estás fiscalizado por la sociedad, por los sindicatos, por el Parlamento, por el propio Gobierno… Y esto requiere una adaptación. Tal vez, al venir del mundo científico, en el que ya estamos sometidos a una evaluación continua, para mí ha sido un poco más sencilla la adaptación. Pero de ahí a tirar la toalla… Yo creo que no. Es verdad que ha habido momentos bajos. En la vida hay que aprender a gestionar las frustraciones y esto hay que verlo siempre como una carrera de fondo, nunca como algo inmediato.

–¿Momentos bajos como cuáles?

–Por ejemplo, cuando estábamos estudiando si se podía implantar en Asturias el modelo de captación de talento Icrea. Me di cuenta de que no había los instrumentos necesarios para crearlo o que su despliegue llevaría muchos años. Así que hubo que dejar todo lo hecho hasta entonces y reiniciar. No obstante, esto pasa en todos los trabajos. Tú estás en el laboratorio y una idea que considerabas excelente, la mandas a evaluar con un proyecto y te la tiran abajo.

–Dígame una alegría y una decepción de su experiencia en política.

–¡Buf! Alegrías muchas. Por ejemplo, esta, la Agencia, o el primer presupuesto de la Consejería. Yo lo equiparo a la primera publicación que hice como investigador senior, fue un hito. Y decepción… Yo creo que la mayor es que en Asturias hay gente que tiene una resistencia feroz al cambio que no me explico. No sé si es por una cuestión cultural. Hay que, por tanto, intentar imponer la opción contraria, en la que yo creo y que es avanzar hacia una economía verde y digital, a base de argumentos.

–¿Cómo está la Consejería por dentro? ¿Tienen el equipo necesario para gestionar todos sus recursos económicos?

–En estos momentos, sí. La incorporación de la Agencia nos permitirá también crecer en el entorno, que es otra forma de gestionar. Son efectivos que estarán al servicio de la I+D+i regional. La Agencia será un evaluador y coordinador de todo el sistema.

–¿Cuántas personas componen su departamento?

–Ahora mismo creo que en la RPT somos 44 personas. No todas las plazas están cubiertas, más aún ahora con el covid y las bajas, pero rondaremos las 40.

–Es un número bajo.

–Bueno, pero cuando controlas muy bien tu entorno y tienes los órganos de coordinación adecuados… La realidad es que estamos sacando adelante todos los programas previstos y la Agencia llegará para reforzar eso. Siempre que tenemos una necesidad de personal la trasladamos a la Consejería competente y hasta ahora siempre se nos ha atendido.

–El Serida (Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentaria) pasará a depender también de su Consejería, en lugar de la de Medio Rural. ¿Aparte del cambio de cabecera, habrá más novedades?

–El Serida es el único centro regional de investigación que tiene el Principado y parece lógico que dependa de la Consejería competente en esa materia. Vamos a abrir un periodo de estudio para analizar qué requiere el Serida y qué hay que impulsar para convertirlo en un Inrae, el gran instituto francés agronómico. Aspiramos, por tanto, a tener un gran centro de I+D agroalimentario, que, además, nos vertebra el territorio. Anteriormente, dimos pasos como reconocer los sexenios de sus investigadores.

–¿Tiene en mente realizar más cambios a nivel organizativo?

–Uno que tenemos en ciernes, pero que no ataña a la Administración en sí, es la integración de los cuatro centros tecnológicos existentes hoy en día en uno solo. Ese será también un cambio de calado. Como hemos dicho, lo ideal es que Asturias, por su tamaño y su estructura económica, cuente con un gran centro tecnológico, que sea la interfaz entre el conocimiento y el mundo productivo, y que esté alineado con los objetivos de Europa. Ese cambio lo acometeremos, muy probablemente, este año.

–Actualmente, ocho empresas tienen asentados sus centros de I+D+i en Asturias. ¿Hay alguna más en camino?

–Sí, el año pasado hubo alguna negociación. Tenemos que tener en cuenta que abrir un centro privado de I+D requiere crear una sociedad aparte, incorporar personal… Por eso, es tan importante el papel de la Agencia para que haya coordinación entre la creación de estos centros y los programas de recursos humanos que estamos impulsando con el fin de que se incorporen titulados universitarios a las empresas.

–¿En qué estado se encuentra la Ley regional de Ciencia?

–Estamos ahora mismo con los grupos de trabajo a pleno rendimiento. Mi idea es tener este año el anteproyecto.

–O sea que 2022 será el año del despegue de la ciencia asturiana.

–Yo digo siempre que el presupuesto es muy importante, pero los instrumentos son más. De nada sirve que tú quieras hacer cosas si no tienes los instrumentos adecuados y el marco regulatorio que te de seguridad jurídica. Así que será el año en el que asentaremos los cimientos de todo lo que está por venir en ciencia e innovación.

–Asturias ha logrado captar a sus primeros catorce científicos en el exterior bajo el programa “Margarita Salas”. Sin embargo, dentro de la línea senior, solo se cubrieron uno de los cuatro contratos que ofertaban. ¿Qué falló?

–Yo no los llamaría fallos. Arrancar siempre es difícil. En este caso, creo que jugó en contra la premura de los plazos. Recordemos que este programa no salió todo lo pronto que tenía que haber salido (el pasado septiembre) y la difusión que se le hizo fue limitada y acotada en el tiempo. Por tanto, este año, si al final decidimos reeditar el plan, ampliaremos los plazos de difusión para que la gente se pueda enterar y buscaremos la forma de que los trámites sean mucho más ágiles, incorporando alguna herramienta electrónica más. Confío en que, una vez la Agencia vaya cogiendo peso, el programa de captación de talento resulte más atractivo. Hay que dejar funcionar los programas y dentro de unos años recogeremos los frutos.

–También dijo en su momento que tenía la intención de sacar un calendario de convocatorias de ayudas científicas. ¿Cuándo se hará?

–La idea es lanzarlo hacia marzo. Idepa, de hecho, ya lo está haciendo en su terreno. La Agencia de Ciencia permitirá eso: que sepamos qué se va a convocar y cuándo. A mí algo que me preocupa especialmente es cómo poder reducir el tiempo entre que comienza la ejecución del proyecto y cuándo los investigadores reciben el dinero.

–El presupuesto de su Consejería crece este año un 6,1%, sin embargo, la oposición tachó su contenido de continuista. ¿Qué aporta nuevo?

–Yo no diría que es continuista. Hay cosas que deben continuar, sí. Pero hay novedades. Aparte de la creación de la Agencia de Ciencia y la incorporación del Serida, este 2022 esperamos que sea el año del despegue de la compra pública innovadora, que será un hito en Asturias. Una de las formas que tenemos de incrementar el gasto privado en I+D+i desde la iniciativa pública es haciendo compras públicas innovadoras, como la del lanzamiento de un nanosatélite al espacio. Eso permitirá a la Administración atraer empresas que están desarrollando este tipo de tecnologías e, incluso, hacer que nuestras propias compañías diversifiquen.

–¿Cómo ve a la Universidad de Oviedo?

–La Universidad de Oviedo son muchas universidades. No es homogénea, cada campus tiene sus peculiaridades, hay grupos que transfieren más, otros que crean más empresas, otros que publican en revistas de alto impacto… No dejo de repetir que es nuestra única fábrica de conocimiento y eso hay que cuidarlo. Para mí es el instrumento central de la transformación económica de Asturias y, por eso, ha habido tanto empeño en desarrollar un nuevo contrato programa con la institución, que incluye nuevos objetivos y tiene como principal novedad el tiempo. Se podrá celebrar en seis años en lugar de en cuatro.

–La estrategia de Especialización Inteligente (S3) abarca 22 retos que a su vez incluyen muchos desafíos más. ¿Todo eso en qué se concretará?

–Yo no me iría a esos 22 retos. Lo importante son esos cinco grandes ámbitos de especialización que fija y a los que nosotros destinaremos recursos y en donde queremos que pasen ciertas cosas. Es decir, al definir esos cinco focos, lo que queremos es generar en torno a ellos nuevas empresas de base tecnológica, que se transfiera tecnología, que se diversifique nuestra economía, que se atraiga talento… Estados Unidos tiene, por ejemplo, programas de energías renovables. Aquí aspiramos a hacer algo parecido en nuestros campos.

–Fibra óptica: los concejos dicen que no se ha cumplido el objetivo de 2021 de llegar al 97% de la población regional.

–Los datos oficiales nos los proporcionarán a mediados de enero. De todas formas, uno cuando está en la Administración tiene que perseguir máximos, porque es mejor que me quede a un 80% de ese objetivo que me conforme con el 50%. Eso para empezar. Y luego hay que tener en cuenta que 2021 fue un año en el que tuvimos un mes de noviembre con inundaciones, se produjo el temporal “Filomena”, hemos tenido un montón de bajas por covid… Contamos con doce meses de despliegue, pero al final efectivos son solo ocho. No obstante, seguimos persiguiendo ese objetivo del 97% y, además, con el Plan único (el de este año) lo rebasaremos. También quiero recordar que la fibra óptica no define ciudadanos de primera y de segunda. Lo que lo define en tal caso es tener buena conexión y eso se puede conseguir de muchas otras maneras. Porque para que la fibra óptica llegue a un lugar tiene que ser rentable para su explotador comercial. Y eso no se entiende en Asturias. Es decir, no se llega porque no se quiera llegar, sino porque tiene que ser económicamente rentable. Yo en Pola de Laviana, por ejemplo, no tengo fibra óptica y, sin embargo, dispongo de muy buena conexión para teletrabajar. Insisto: hay que ver otras opciones.

–¿Por ejemplo?

–Yendo a conexiones inalámbricas, está la wifi, el 4G y esperamos que con los fondos europeos podamos habilitar alguna infraestructura de 5G. Hay, de hecho, un plan de 5G equivalente al de la fibra óptica del Ministerio que está al caer. Dicho esto, que sepan los asturianos que estamos encima de las telecomunicaciones constantemente.

Artículo de «La Nueva España»