El ISCIII ha acreditado al instituto de investigación biomédica destacando su fortaleza científica, el entorno y el alineamiento institucional.
Cuando los reputados investigadores José Barluenga, Carlos López-Otín y Carlos Suárez viajaron en 2008 a Madrid para proponer al CSIC la creación de un instituto mixto de investigación sanitaria, no volvieron con las manos vacías. Se trajeron una semilla que germinó y que 13 años después se ha transformado en uno de los 33 institutos de investigación biomédica acreditados por el Instituto de Salud Carlos III. O lo que es lo mismo, se ha convertido en uno de los centros de excelencia de la élite nacional.
Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil. Sobre todo desde el punto de vista documental. Porque base hay a uno y otro lado, a nivel científico, académico y asistencial. «La masa crítica investigadora de Asturias está muy por encima de otras comunidades, tiene un alto nivel y entornos favorecedores, pero sin infraestructuras no puede cristalizar porque no tiene condiciones», apunta Mario Fernández Fraga. Ahora ya puede. Porque el ISPA ha llegado hasta aquí para liderar, tender puentes, estructurar y empujar. Y todo bajo la filosofía del ISCIII: perfeccionar la asistencia sanitaria a través de la investigación, según lo contemplado por la ley 14/2007 de investigación biomédica, que se puede resumir en «integrar la básica a la clínica para hacerla traslacional». «La idea es que la sanidad mejora cuando los médicos están más en contacto con la investigación. Y el Carlos III lo articula poniendo a los institutos alrededor de los hospitales del país. Es un ‘win to win’, todos ganamos y, sobre todo, repercute en esa mejora de la atención al paciente y de la calidad hospitalaria», añade.
Carlos Suárez. Ex director científico
«Debe ser un aliciente para apostar por la ciencia»
Carlos Suárez es uno de los alma máter del ISPA y de su profundo conocimiento, de su puesta en marcha, primero, y acreditación, después, parte su visión más reivindicativa. Plantea la necesidad de un relevo generacional que implica mejorar las condiciones de acceso a los hospitales y dar estabilidad a las contrataciones «para generar talento de verdad». Cree que la acreditación «tiene que ser un aliciente para que el Gobierno regional apueste por la ciencia e invierta más». También plantea potenciar la innovación, desarrollar nuevas infraestructuras y fomentar la aparición de ideas empresariales rentables.
Mario Fernández Fraga. Científico CSIC
«Es el instituto de toda Asturias y la sociedad debe apoyarlo»
Para el investigador Mario Fernández Fraga, la acreditación del ISPA constituye «un punto de partida que nos va a permitir empezar a crecer». Se hará con «la ilusión» que supone haber logrado «algo muy importante para Asturias», pero con la autoexigencia de que «no nos podemos acomodar». El reto es aprovechar al máximo el acceso a más fondos para, entre otras cosas, contratar a más gente y de poner en valor el estatus de excelencia alcanzado a nivel estatal. Posición que «debe ir acompañada del reconocimiento y apoyo de toda la sociedad, empezando por la Administración. Es el instituto de toda Asturias».
Victoria Álvarez. Directora científica
«Hay que profundizar en la integración con el hospital»
«Ilusión» es también la palabra que repite la directora científica del ISPA tras ese proceso de acreditación por «un trabajo bien hecho, de muchos profesionales, que nos permitió aprender». Destaca Victoria Álvarez la «mayor integración» lograda en ese tiempo con el HUCA, «que es nuestro núcleo asistencial: «hemos estrechado lazos que teníamos flojos y la acreditación servirá de impulso para implicar aún más a los profesionales sanitarios». Asimismo, será un revulsivo para «reforzar la imagen hacia el exterior, con el reto de atraer también a empresas que quieran colaborar con nosotros en materia de innovación».
160 exigentes requisitos
Alcanzar este sello de excelencia significa «poder optar a más recursos y ser más competitivos», pero también supone un reconocimiento y otorga un prestigio, individual y colectivo, como instituto y como región. «Asturias lo necesitaba y lo merecía». Así que empezó la vorágine para documentar el cumplimiento de los 160 requisitos planteados en la Guía de Acreditación. «Empezamos a interaccionar y nos empezamos a conocer. Antes estábamos más en el laboratorio», rememora el investigador del CSIC.
Un punto de inflexión, recuerda Roberto Fernández, adjunto a la dirección científica, fue la constitución de la comisión de calidad, liderada por la directora científica, Victoria Álvarez, la primera mujer asistencial, por cierto, en tener un proyecto de investigación en el HUCA (año 2000). Mavi, como se la conoce, era por tanto la persona indicada para coordinar esta tarea transversal y empezaron las reuniones, los planes, las comisiones… el tedio de cualquier trabajo. Pero se logró. Y forjó alianzas. Unió aún más. «Se despertó el sentido de pertenencia y colaboración». Por el camino, en 2019, se cambió esa guía de acreditación, lo que supuso un pequeño revés, porque se plantea el cumplimiento de nuevos parámetros aún más exigentes.
Los números que avalan una trayectoria y una acreditación
Hubo que cambiar la metodología, pero de esa piedra en el camino surgió un mejor posicionamiento. «Ahora estamos muy bien situados en el conjunto de institutos». Es lo que tiene ser uno de los últimos en acreditarse con la nueva normativa. De hecho, los centros inmersos en el proceso de reacreditación -hay que renovarla cada cinco años- están viviendo los «momentos de crisis metodológicas» sufridos en el ISPA en todos estos años de proceso.
El resumen final es que se cumplió. Con creces. Con una hoja de ruta por delante, donde se marcan las fortalezas y debilidades del ISPA. Entre las primeras, destacan tres: el alineamiento institucional, «que es muy importante y supone una llamada a todas las instituciones para que no se olviden y se comprometan en el día a día». La segunda es el nivel científico, que evidencia «que somos muy fuertes, como instituto y en Asturias». Y la tercera, el entorno, con un Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) al lado, «la factoría de mayor potencia innovadora».
Beatriz López Ponga. Directora del HUCA
«Es muy positivo para el desarrollo profesional»
Para los profesionales del HUCA, la acreditación es «una oportunidad inmensa, tanto para la motivación diaria como para el desarrollo de la carrera sanitaria». La atracción de talento especialista y la oportunidad de acceder a ambiciosos proyectos de investigación son dos de los aspectos más positivos. La directora del HUCA, Beatriz López Ponga, destaca que «es una oportunidad para que se vayan creando y consolidando equipos en investigación e innovación desde la parte clínica. El día a día asistencial ofrece los datos de salud que serán vitales para los avances tanto diagnósticos como terapéuticos».
Roberto Fernández. Apoyo a la dirección
«Hay que mantener el esfuerzo y proyectar lo que somos»
Para Roberto Fernández, encargado de documentar cada uno de los 160 elementos evaluados por el Instituto de Salud Carlos III, el proceso sirvió para, externamente, «demostrar a la Administración que este es un proyecto que va en serio e, internamente, mejorar la identidad institucional». Lo que queda por delante, a su juicio, es «proyectar a la sociedad lo que somos y lo que hacemos», además de «afianzar la integración institucional». También insta al ISPA a «mantener el esfuerzo de cara a la reacreditación dentro de cinco años. Hay institutos que se desinflan cuando se acreditan porque supone un gran trabajo».
Faustino Blanco. Director FINBA
«Servirá para reforzar la coordinación público-privada»
«La acreditación servirá para dar impulso a la investigación básica y aplicada, y para reforzar la colaboración público-privada, entre el Servicio Asturiano de Salud, la Universidad, el CSIC y otro centros investigadores». Faustino Blanco tiene claro que el ISPA debe ser el epicentro que aglutine todo eso como «un espacio no excluyente y que preservará la identidad de cada parte». Esa unión de fuerzas permitirá «atraer talento nuevo, mejorar la carrera investigadora desarrollando empleo de calidad y generar nuevas infraestructuras y plataformas de trabajo». Pero también «ser más transparentes e inclusivos».
Los deberes
Es el capítulo de debilidades el que ha puesto los deberes. La más importante, que hay que reforzar los mecanismos de traslación a la práctica clínica. Y, para ello, apunta Mavi, se va poner en marcha la tercera área transversal del ISPA, la de innovación clínica. «Somos buenos haciendo investigación, pero no somos capaces de trasladar eso a la innovación», apunta.
Pero hay más trabajo que se desarrollará en forma de acciones estratégicas. Por ejemplo, la de favorecer el relevo generacional que preocupa a Carlos Suárez y que «amenaza la supervivencia científica de muchos grupos. O la de intentar la estabilización del personal investigador a través del Servicio de Salud. O la de conseguir que «la Administración y la sociedad en general entiendan que los fondos que se ponen en el instituto (mayoritariamente privados) no son un gasto, son una inversión. No es a fondo perdido. Si refuerzas una estructura tienes capacidad para traer gente de fuera, profesionales asistenciales de más calidad, investigadores más traslacionales. Y estos a su vez generan riqueza porque te traen proyectos europeos», apunta Mario Fernández Fraga.
Y otro reto importante: involucrar a los investigadores del resto de centros hospitalarios de la región, especialmente los de Gijón y Avilés. Porque es el instituto de Asturias. «Hay que generar condiciones para igualar y hay que ayudarles a especializarse». «Queremos que Cabueñes vea al ISPA como una oportunidad de reforzarse».