Un estudio liderado por el CSIC profundiza en las relaciones entre la salud del intestino, el hígado y el cerebro
Un equipo con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que el ejercicio físico y el consumo de probióticos, en concreto, uno considerado de nueva generación, mejoran la cognición de las personas que tienen dañado el hígado como consecuencia de una dieta inadecuada, alta en grasas y colesterol. Los resultados, que aparecen publicados en la revista Gut Microbes, confirman que la microbiota, el conjunto de microorganismos que pueblan nuestros intestinos, está íntimamente conectada con los procesos cerebrales y abren la vía al diseño de nuevas estrategias para tratar los problemas cognitivos asociados a las enfermedades hepáticas derivadas de una mala alimentación.
El hígado graso no alcohólico es una enfermedad que se desencadena como consecuencia de una acumulación excesiva de grasa debido a una dieta inadecuada. “Este daño hepático, que afecta al 26% de la población española, puede acabar convirtiéndose en un cáncer si no se controla adecuadamente. Hasta ahora poco se sabía de los efectos de estas dietas sobre el cerebro y el comportamiento, y mucho menos sobre la relación entre la dieta, la microbiota intestinal y la actividad cerebral”, detalla el investigador del CSIC Miguel Gueimonde, que trabaja en el Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA-CSIC), y que ha participado en este estudio junto a científicos de la Universidad de Oviedo (UNIOVI), el King’s College London (Reino Unido) y el Dementia Research Institute (Reino Unido).
