Los científicos instan a estudiar previamente los efectos sobre la biodiversidad y sobre el sector pesquero artesanal de la región.

«Los primeros fondos mineros tendrían que habernos preparado para afrontar la transición energética, y ahora estamos planificándola deprisa y corriendo, sin tener en cuenta a todos los actores implicados». Así se expresó ayer profesor de zoología e investigador de la Universidad de Oviedo David Suárez en la sesión del ‘Transfer de la Cámara’.

Se trataba de analizar el inminente desarrollo y la gestión de la energía eólica marina (Asturias, y España, aún carecen de parques eólicos marinos en funcionamiento), y se partía de la evidente necesidad, una vez que la política de transición energética se ha confirmado y se están cerrando centrales térmicas de carbón de generación eléctrica, de dar paso a una fuerte implantación de las fuentes renovables de generación de electricidad. Y, si bien las renovables tienen la imagen de ser completamente limpias e inocuas, ayer quedó claro que «es necesario afrontar un estudio en profundidad sobre sus efectos sobre la biodiversidad», tal como indicaron los científicos del CSIC Cristina Cervera y Rafael González-Quirós, director del centro del IEO de Gijón, «y sobre el sector pesquero, en particular sobre el artesanal, que es un factor cultural y de identidad fundamental, que en el cantábrico tiene 4.546 buques y más de 12.000 pescadores, además de generar 48.000 puestos de trabajo indirectos», según planteó Lucía García, responsable del Centro de Investigación Pesquera de Gijón.

¿Cuáles son los planes? El responsable del Área de Energías Renovables de la Fundación Asturiana de la Energía (FAEN), Indalecio González, partimos de un escenario, en 2017, «el último año en el que el mix energético asturiano se asemejaba claramente el tradicional» para llegar en 2030 a otro en el que la generación con carbón se haya reducido a la cuarta parte de la de 2017, mientras que la generación con renovables pasaría a ser la principal, suponiendo en 2030 aproximadamente la mitad del mix energético del Principado. De hecho, en los próximos años «se van a cerrar 2.000 megavatios de carbón», anotó Indalecio González. Las renovables, en ese plazo, no van a suponer al 100% el relevo a toda la capacidad de generación térmica de carbón que se cierre, pero en la planificación del Principado se incluye que para 2030 pueda haber instalados 770 megavatios de eólica marina. González anotó que «con el tipo de aerogeneradores actuales, 50 megavatios son tres molinos». Esto es, 770 megavatios serían alrededor de 46 torres, que deberían instalarse en las zonas de alto potencial y uso prioritario que se muestran en el mapa de esta página y que coinciden con buena parte de los 226 caladeros de pesca de la costa asturiana.

La urgencia está ahí. «Asturias, que tradicionalmente era exportadora de electricidad, ya importa energía», y lo seguirá haciendo si quiere conservar su industria electrointensiva, que entre otros aspectos hace que «esta región sea única en España y con pocas equiparables en Europa, ya que el consumo industrial es de más de dos tercios del total».

Pero la eólica marina no está exenta de problemas. La semana pasada fueron los pescadores los que, respaldados por los científicos, pidieron tener participación en el proceso. Ayer, David Álvarez hizo ver que «las aves migradoras aprovechan las corrientes de viento principales para gastar menos energía, y es ahí donde se prefiere instalar los aerogeneradores marinos». Todos, además, coincidieron en que los efectos sobre cetáceos y en particular sobre los peces están «aún muy poco estudiados». Muy combativo, Álvarez expresó su deseo de que «no se repitan en el mar los errores de planificación de la eólica terrestre, en la que se plantean muchos pequeños parques para que parezca que los impactos son escasos». La biodiversidad de los océanos se planteó como un bien a proteger per se y también por el hecho de que «el fitoplacton absorbe tanto CO2 como toda la masa forestal del mundo. Cuidado con generar con renovables creyendo que somos muy ecológicos y cargarnos la capacidad de absorción de CO2 de los océanos», alertó Álvarez.

Noticia de ‘El Comercio’